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De la Revolución Cultural a la Revolución Desatada. Tal es el contenido de este volumen de nuestra serie. Dos Iglesias se enfrentarán en su transcurso: la fiel a Roma y la cismática. La caída de la monarquía constituirá un momento capital. Las fascinantes figuras de los grandes revolucionarios, Marat, Danton, Robespierre, Babeuf, y varios más, se nos mostrarán conduciendo el carro de la Revolución. La hemorragia del pueblo católico no tendrá límites. Se trató nada menos que de la implantación de una nueva religión que vendría a sustituir la verdadera, con la consiguiente laicización y ulterior nueva sacralización revolucionaria de los recintos, fiestas y símbolos sagrados. Constituyó, de hecho, uno de los grandes eslabones de la Revolución anticristiana. La Revolución francesa, que tuvo pretensiones ecuménicas, dejó una pesada herencia histórica. Uno de sus vástagos predilectos fue la revolución soviética. Pero también llegó hasta nosotros, impregnando el pensamiento de algunos de nuestros llamados “próceres”, en oposición a la tradición greco-latina e hispánica que nos había gestado.